Resiliencia familiar

Nuestra felicitación a todas las madres y, en especial, a las madres “prematuras” que nos siguen. Nadie espera un inicio de maternidad como el nuestro pero la crianza de estos hijos tan amados, no solo comporta dificultades como las laborales, también fomenta una especial resiliencia en las madres como muestra este estudio publicado en 2010 por la prestigiosa revista Pediatrics.


NUEVA YORK (Reuters Health) – Las familias de los bebés que nacen muy prematuros tienen un buen desempeño en el largo plazo, aun cuando los niños sufran un deterioro neurológico grave.

Un seguimiento de 130 familias con hijos nacidos con peso extremadamente bajo reveló que, cuando esos niños llegaban a la juventud, las madres no mencionaban una mayor disfuncionalidad familiar ni más problemas mentales o físicos que las madres de bebés que habían nacido con peso normal. Es más: en las familias con hijos prematuros, las madres de niños con trastornos neurológicos como parálisis cerebral, retraso mental y ceguera informaron un menor grado de disfunción familiar.

Eso no quiere decir que criar niños extremadamente prematuros sea fácil, indicó la investigadora Saroj Saigal, de la McMaster University, en Hamilton, Canadá. La mayor parte del estrés se concentra en los primeros años, aseguró, cuando los padres no están seguros de cómo crecerá su hijo y aprenden a sobrellevar sus discapacidades.

El estudio, dijo Saigal, demuestra que “las familias son resistentes” y superan los problemas en el tiempo.

La investigación, publicada en Pediatrics, es la primera en seguir los efectos de la prematuridad extrema en el bienestar familiar en el largo plazo. Los adultos jóvenes habían nacido entre 1977 y 1982, con unos 847 gramos de peso. El equipo ya había hallado que, a diferencia de los bebés que nacen con peso normal, los niños muy prematuros tendían a tener un menor coeficiente intelectual y a enfrentar más problemas con los deberes escolares en la adolescencia.

Los padres también eran más propensos que otros a mencionar efectos en su salud emocional.

Por otro lado, el equipo halló que, cuando los niños que habían nacido muy prematuramente llegaban a los 20 años de edad, eran tan propensos como el resto a conseguir trabajo, estudiar o vivir solos.

El nuevo estudio revisó el bienestar familiar y la salud materna, e incluyó a madres de 130 jóvenes de 20 años que habían nacido muy prematuramente y a 141 madres de jóvenes que habían nacido a término (grupo de control). El equipo halló que las madres de hijos prematuros no informaban un mayor nivel de tensión marital, disfunción familiar o problemas de salud física y mental que las mujeres del grupo de control. Y eso sucedió a pesar de que el 27 por ciento de los jóvenes que habían nacido muy prematuros tenían por lo menos una alteración neurológica. De hecho, sus madres tendían a mencionar menos problemas familiares que las de los jóvenes que habían sido prematuros, pero que no tenían esas alteraciones. Saigal lo llamó un “resultado paradójico”, pero con algún sentido.

En la encuesta, el 86 por ciento de las madres dijeron que criar a su hijo las había hecho “sentir mejor” consigo mismas, comparado con el 53 por ciento de las madres de hijos prematuros que no tuvieron problemas neurológicos y el 47 por ciento de las mujeres del grupo de control. “Ellas desarrollan un sentimiento de dominio personal”, dijo Saigal. Y esa sensación de capacidad personal se traduciría en una diminución de los problemas familiares.

Un área en la que las madres de hijos prematuros tuvieron más problemas fue en la vida laboral. Entre el 14 y el 17 por ciento de las madres de hijos con alteraciones neurológicas no habían podido conseguir trabajo o habían perdido la oportunidad de acceder a un entrenamiento o un avance laboral. El 26 por ciento dijo que su esposo también había tenido problemas laborales. Esas cifras fueron más bajas en el grupo sin alteraciones neurológicas, pero superiores que en el grupo de control.

FUENTE: Pediatrics, online 7 de junio del 2010.